Pablo en su segundo viaje misionero, va con dos acompañantes de mucha confianza para el, Silas y Timoteo quien fuera hasta el final su compañero de milicia. Vemos como el Espíritu Santo interviene no sólo con señales y milagros, sino que como miembro del equipo, les prohíbe pasar y predicar en ciertos lugares, ya sea porque no era el tiempo o por alguna otra razón. Que importante es que en el Ministerio que Dios nos ponga, sea El quien nos guíe, a dónde ir, no basta sólo que las circunstancias se presten para tal o cual cosa, sino confirmar la voz interior y también buscar la palabra como revelación (rema) para ese momento específico; tres luces que deben estar aliñadas para no errar.
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